Control de daños
Florentino Peralta
08-13-2018
La sabiduría popular contendida en el refranero mexicano apunta que “para pelear se necesitan dos”. En Hidalgo la arenga política ha dejado el disimulo para ponerle nombre y apellido a los contrincantes: el gobernador priista, Omar Fayad Meneses y el presidente del patronato de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), el exmilitante del tricolor, Gerardo Sosa Castelán.
El mandatario estatal elevó la magnitud de su mensaje durante ceremonias como la inauguración de la décima octava edición de la Feria del Libro Infantil y Juvenil o la conmemoración del 40 aniversario del Hospital General de Pachuca, donde dejó claro que la controversia política es con el dirigente del Grupo Universidad, no así con el partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Las respuestas escalonadas del mencionado grupo político que rige los destinos del partido creado por Andrés Manuel López Obrador, según se acusa, se dieron a manera de manifestaciones que paralizaron el primer cuadro de la capital estatal, tras el enfrentamiento en la periferia del Congreso del estado, y para la última se amagó con integrar a catedráticos y estudiantes universitarios.
Esta medición de fuerzas, que ha alcanzado nivel nacional por el apoyo de los senadores Alejandro Encinas y Mario Delgado hacia Morena Hidalgo, debería obligar a ambas partes a realizar un control de daños que les permita identificar la firmeza o debilidad del suelo político que se pisa y tender los puentes necesarios para lograr las mutuas invitaciones a la reconciliación.
Preservar la gobernabilidad debe ser la premisa. Los representantes populares de Morena deben asumirse como parte del sistema de gobierno, trabajar su parcela desde el Congreso del estado (a partir del 5 de septiembre próximo) y dejar las provocaciones y las verdades a medias. Si habrán de hacer alguna contrarreforma que a sus intereses convenga ¿qué sentido tiene litigarla en la calle?
Esta coyuntura puede significar una oportunidad para que el jefe del Ejecutivo estatal comience a cerrar algunos de los frentes abiertos, para concentrarse en la movilidad de programas gubernamentales, ya que una eventual cercanía con los demás grupos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) le proporcionaría mayor fortaleza, amén de tener que negociar algunas concesiones.
CONCILIACIÓN
El gobernador, Omar Fayad Meneses, advirtió públicamente a los diputados locales electos de Morena que van a tener que trabajar junto con él, les caiga bien o no. Serán una mayoría acotada, requerirán dos tercios para lograr reformas y para eso habrán de mostrar capacidad de negociación, dejar de lado el modo oposición y considerar que a partir del 1 de diciembre Andrés Manuel López Obrador enfrentará una nueva realidad: cumplir sus compromisos populares a la brevedad, ya que de no hacerlo le restaría credibilidad (y a sus allegados).
La contraindicación dictada por la UAEH, que de última hora pidió a catedráticos y alumnos abortar la misión de marchar el miércoles pasado en apoyo a Morena, se puede interpretar como un amague de Sosa Castelán o que lo bajaron. Si a este escenario se agrega la declaración de la presidenta del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), Blanca Sánchez Martínez quien ese mismo día afirmó que la encargada de Finanzas de la universidad podría quedar legalmente en libertad antes de los cuatro meses anunciados ¿estaríamos ya ante una conciliación?
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