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Huejutla y su caudillo moderno, el culto al ego

  • Redacción
  • 9 jul
  • 2 Min. de lectura

Agenda Setting 367

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Florentino Peralta


07-09-2025

 

En Huejutla, el poder no se ejerce, se adora y sólo un nombre yace en el altar: Alfredo San Román. El alcalde ha convertido el ayuntamiento en un templo donde toda acción institucional debe girar en torno a su figura, su firma y su vanidad.

 

La narrativa del “municipio limpio y ordenado” que heredó, según su dicho, se ha transformado en una historia de autoritarismo disfrazado de liderazgo. No importa si se trata de una obra menor, un torneo de barrio o una graduación escolar.

 

Todo debe llevar su nombre, su rostro o su huella, como si Huejutla le debiera no solamente obediencia, sino veneración al por tercera vez alcalde, y con tercer partido político diferente, identificado mayormente como “El Carretas”.

 

Y cuidado con aquel que ose opacarlo, por ejemplo, el exalcalde y ahora diputado federal, Daniel Andrade, quien se le “arrodilló políticamente” antes de tiempo para “entregarle” la administración y descubrir, como otros, su triste realidad.

 

Lo anterior, porque en el mundo de Alfredo San Román ni la lealtad es suficiente: la regiduría que le prometieron a la estructura de Andrade terminó en manos del chofer del alcalde. Su mensaje es claro: el poder no se comparte, se somete.

 

Las condicionantes, relatadas en la entrega 365 de esta columna, "Alfredo San Román "El Carretas", celoso", son evidentes: desató ya una cacería contra todo aquel que brille: está prohibido nombrar padrinos escolares que no sean aprobados por el “soberano”.

 

Además, cancela cualquier homenaje deportivo que incluya nombres incómodos, como el caso de las Ligas de Futbol Infantil y Máster Oro, que decidieron honrar a Darío Badillo Galván, “el arquitecto”, bien posicionado entre la población.

 

Según políticos y gente de la sociedad civil, Badillo Galván es un perfil joven y altruista, características que bastaron para que el Comité Municipal del Deporte en Huejutla se negara a desyerbar los campos donde juegan los equipos.

 

Lo anterior, redunda en que, claramente, en Huejutla se castiga el reconocimiento si no es a la figura del alcalde, cuyas promesas rotas alcanzan a la Liga Municipal de Futbol, integrada por 50 equipos, a quien prometió cien mil pesos.

 

Durante su campaña hacia la presidencia municipal, Alfredo San RománEl Carretas” comprometió esa cantidad para la premiación, pero ya en el poder su respuesta fue tajante y hasta vulgar: “no les voy a dar ni madres”.

 

SOBRA DECIRLO


Este desprecio a la palabra, pluralidad y libertad de las instituciones no es accidente, es una estrategia, una forma de borrar a todo aquel que represente una amenaza para sus aspiraciones, que según se sabe, apuntan ya al “Senado de la República”. Sin embrago, la población advierte ya que esta vez no olvidará tan fácil, que los votos no son eternos, que la soberbia pone fecha de caducidad y que los caudillos, tarde o temprano, terminan solos, rodeados únicamente por los ecos de su ego. Huejutla no necesita un amo, necesita un servidor público.

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