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¡En la luna!

  • Redacción
  • 9 oct
  • 3 Min. de lectura

Osteoporosis

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José Raquel Badillo Medécigo

 

 (10-08-2025)


¿Vieron la luna? El día lunes la luna llena tuvo su apogeo, fue un espectáculo que seguramente los enamorados no desaprovecharon. (Luna el lunes: además gran coincidencia semántica).


Tampoco los poetas o literatos pudimos sustraernos de la inspiración que prodiga su belleza.

En alguna entrega en este espacio llegué a referir las expectativas que los científicos hicieron de la luna cuando allá en el mes de julio del año de 1969 el hombre -llegó por única vez- a la luna.


En ese artículo, referí cómo nuestro idioma tuvo que adecuarse a nuevos conceptos obligados para que estuviesen en contexto de esa gran hazaña.


Las primeras palabras que en todos los idiomas tuvieron obligadamente a reemplazar fueron sin duda la palabra “aterrizaje” y “colonizar”.


Creyéndome un docto en la lexicología, en aquella ocasión creí haber escrito nuevas palabras para describir la vida en la luna, como se suponía que la ciencia pretende hacerlo desde el mismo día que el hombre conquistó a ese satélite natural.


Tan pronto vi mi columna publicada en este espacio que me brinda mi amigo Florentino Peralta, me di cuenta de graves omisiones. Así pues, escribo la secuela, espero abarcar e incluir lo omitido y si en alguna otra circunstancia llego a escribir una tercera aportación sea totalmente en otros contextos.


Una vez  armstrongizada (colonizada) la luna, la vida en ese satélite seguiría un cause normal como aquí en la tierra. Así por ejemplo, allá habría una joven escritora que, inspirada en Andrea González, se atreviera a escribir su columna periodística llamándola desde luego “Mente terrícola”.


A los albañiles a allá les solicitarían poner muchos refuerzos a las estructuras para que resistan los lunamotos (terremotos) y que apliquen impermeabilizante a las azoteas color lunacota (terracota: color rojizo derivativo de la palabra tierra).


Los albañiles dirán: con gusto voy el día martes porque los geoes (lunes) ni las gallinas ponen… pero de paso pida dos camiones de luna (tierra), para rellenar y emparejar el patio.


¿Oiga patrón. qué le parece si de una vez sacamos provecho a la azotea y le construyo una lunaza (terraza)?


¡Le quedará a toda madre! Será la más bonita de esta armstronia (colonia) y ganaría plusvalía desde que terratitlan (Metztitlán) es ya un pueblo mágico.

 

Imagínese que en su lunaza haga terradas (lunadas) con fogatas, vino y carnes asadas… mínimo preparar unos sopecitos de lunitas (tierritas: alimento proveniente de los chicharrones de cerdo), acompañados de un cafecito caliente endulzado con unos lunarcitos (terroncitos) de azúcar…


¡Sale pues! ¡Así quedamos! Me apuro porque voy a la farmacia a comprar unas pastillas de Lunamicina (Terramicina).


Epilogo.


Quien esto escribe (o sea yo), duda que el hombre haya ido en realidad a la luna…

¿Por qué ya no han ido otra vez? ¡Ese proyecto costó millones de dólares! Si no han regresado a ese satélite natural es porque el supuesto viaje fue planeado a vapor. ¿Acaso no pudieron investigar todos los contextos que los terrícolas tenemos sobre la luna?


¡Se supone que los científicos investigaron todos los saberes de ese entonces… y de haber hecho eso en vez de planear el vuelo en el mes de julio debieron posponerlo para el mes de octubre… porque de las lunas, las de octubre es más hermosa! ¡Y casi casi a los astronautas le hubiese ocurrido como lo dijo Nicandro Castillo, analógicamente, con la huasteca ¡El que una vez la conoce / regresa y se queda allá! Seguro estoy que si el viaje hubiese sido en octubre ya tendríamos habitantes en la luna!


¡Aunque usted no lo crea! (no cabe duda que la luna me inspiró una vez más)

1 comentario


Invitado
09 oct

Qué maravilloso relato. Me quedo con un grato sabor literal, por sus recursos que empleas, tan sensible, poético y creativo. Felicidades. Que sigas desarrollando el talento que Dios te da. Bendiciones. Un abrazo

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