Al carajo, otra vez
Florentino Peralta
09-16-2019
La estrategia presidencial que pide mandar al carajo a la delincuencia mediante las desagradables expresiones ¡Fuchi! ¡Guácala! Parecen no permear en Hidalgo, donde la semana pasada se registraron hechos violentos de relevancia.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador visitó hace una semana Tamaulipas, uno de los estados más azotados por la delincuencia organizada, para hacer mofa de la inseguridad y pedir a los criminales que se porten bien.
Posteriormente, el jueves pasado, acudió a Ixmiquilpan, Hidalgo donde pidió someramente hacer a un lado los pleitos, a mantenerse en unidad, puesto que la patria es primero, pero de las patrullas quemadas hace unos días, nada.
Tampoco hizo mención alguna del atentado que sufrió el fiscal regional de Tecámac, Estado de México donde murieron sus dos acompañantes al resultar baleados mientras departían en un restaurante ubicado en territorio hidalguense.
Y la lista de hechos registrados la semana pasada continúa con el enfrentamiento entre delincuentes y policías en comunidades de Cuautepec y Zempoala, así como la agresión armada contra la diputada federal suplente por Actopan.
En 2006 López Obrador mandó al diablo a las instituciones y 13 años después pide mandar al carajo a la delincuencia con locuciones coloquiales que buscan la risa fácil, pero sobre todo cumplir con su función de distractor mediático.
Es la estrategia para mantenerse como tema de conversación y dejar de lado los problemas de fondo, como la presunta corrupción de miembros de su gabinete, las implicaciones del proyecto presupuestal o la creciente comisión de delitos.
NORMALIZACIÓN
El incremento de la violencia marca, hasta ahora, el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. La falta de un plan integral para combatir el tráfico de hidrocarburo ha provocado que en regiones como Tula repunten el robo de vehículos, a casa habitación y transeúnte, además de la venta de estupefacientes. En Hidalgo, los hechos aislados son más recurrentes, la presencia de la Guardia Nacional aún no resulta significativa, los esfuerzos no se escatiman, pero todavía son insuficientes.
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