Canción Infantil
- Redacción
- 30 oct
- 4 Min. de lectura
Osteoporosis

José Raquel Badillo Medécigo
(Seudohumorista)
10-30-2025
El gobierno del estado de Hidalgo hizo llegar una invitación membretada para Mr. Sherlock Holmes. Recibí la misiva y la coloqué en la mesita del centro, junto a los diarios del día.
Holmes terminaba de arreglarse tras su acostumbrado baño matutino. Me pidió que lo pusiera al tanto de las noticias y de la correspondencia.
Después de leerle las primeras planas y uno que otro trascendido político, le informé sobre una invitación para asistir a la XVII Feria del Paste, en Mineral del Monte.
—Muy bien, querido Watson —dijo animado—. Es hora de darnos un relax en ese hermoso pueblo mágico.
Reserva una cabaña por Airbnb. Usa mi American Express, por favor. Y tomamos un Uber rumbo al lugar reservado.
Durante el trayecto, Holmes comentó con su habitual tono enigmático:
—El gobierno de Hidalgo nos invitó al saber que somos ingleses. Pero, Watson, me interesa más otro asunto: aún no se ha resuelto del todo “La estafa siniestra”.
Instalados en el Pueblo Mágico Holmes vestía un traje gris Oxford impecable, pero de pronto lo vi cambiarse por mezclilla y boina.
—¿Iremos de manera casual? —pregunté.
—No, Watson. Ya no asistiremos al evento. El gobernador canceló su presencia por las inclemencias del tiempo. Algunos reportes señalan daños considerables en varios municipios. Te propongo visitar el Panteón Inglés, símbolo nostálgico de los compatriotas que vinieron a probar fortuna y adoptaron a México como su segunda patria.
Al llegar al panteón nos unimos a un grupo de turistas guiados por un hombre con linterna en mano. De pronto, una dama elegante —que parecía andar sola— se nos acercó y susurró:
—Me uniré a ustedes, caballeros. Ya recorrimos más de la mitad del panteón y se han perdido de asombrosas historias. Si no tienen inconveniente, podemos regresar a la entrada… y yo seré su guía.
Le guiñó un ojo a Holmes.
Sherlock, embelesado respondió:
—¡Yo la quiero ver guiar!
—¿Perdón? —replicó la mujer, ruborizada.
—Lo que quise decir es… que empiece usted a guiarnos —aclaró Holmes, entre toses diplomáticas.
La dama sonrió y comenzó su relato:
—Miren esta tumba, es muy singular. Todas las demás miran hacia Inglaterra, pero esta no. Y eso es porque quien yace aquí era…
—¡Un payaso! —interrumpió Holmes.
—Efectivamente —dijo ella, asombrada—. Pero ¿cómo lo supo?
—Pura intuición —respondió él con modestia ensayada.
Después del recorrido, Holmes le pidió su número telefónico y la invitó a tomar café esa misma tarde.
De regreso en la cabaña, le pregunté cómo había deducido lo del payaso.
—Fue un comentario figurado, Watson —respondió—. Dije “payaso” por lo insólito de la tumba… aunque, mira tú, resultó cierto.
También me explicó, entre risas, que la frase “la quiero ver guiar” podía sonar un tanto picaresca.
Nos habríamos quedado más tiempo en el pueblo de no ser por un llamado urgente: Omar Garza Harfuchi solicitaba la ayuda de Holmes para esclarecer dos crímenes que habían sacudido al país.
Nos encontramos con él en el paradero de Indios Verdes. Llegó en su coche blindado, él mismo al volante. Holmes tomó el asiento del copiloto y yo, el de atrás.
—Amigo Omar —dijo Holmes con voz grave—, estás investigando el asesinato del líder de los limoneros de Michoacán y del productor de naranjas de Álamo, Veracruz.
—Efectivamente —respondió Harfuchi, sorprendido—. Pero no entiendo el móvil ni la conexión entre ambos casos.
¿Qué buscan los asesinos?
—Ay, Omar —ironizó Holmes—. ¿Aún no lo sabes?
—Debo admitir que no —respondió el funcionario, serio.
—Toma nota —dijo el detective, los autores materiales son distintos, pero el autor intelectual es el mismo. Y es alguien que no terminó la primaria… digamos, un desertor.
—¿Y cuál es el móvil? —preguntó Harfuchi, intrigado.
—El mensaje es una advertencia dirigida al gobierno, a las fuerzas armadas… incluso a ti.
—¿Y qué mensaje pretende enviar?
—Muy sencillo, Omar. El autor intelectual quiere que este gobierno continúe con la política de “abrazos”.
El silencio se hizo incómodo. Harfuchi, desconcertado, pidió más detalles del perfil del sospechoso.
Holmes habló despacio, casi con melancolía:
—Fue un niño pobre que amaba la escuela. La necesidad lo obligó a abandonarla para ayudar a su madre. Nunca recibió un abrazo, y juró hacerse delincuente para ganar dinero. Cuando llegó la política de “Abrazos, no balazos”, sintió, por primera vez, que alguien lo abrazaba.
Omar, conmovido, apenas pudo decir:
—Gracias, Sherlock. Pero, ¿cómo llegaste a esa conclusión?
Holmes sonrió.
—Es pura deducción, querido Omar. A ver si lo entiendes con “palitos y manzanas”: en Michoacán mataron al líder limonero; en Veracruz, al exportador de naranjas. ¿Coincidencia? ¡De ningún modo! Ambos son vendedores de cítricos.
Encendió su pipa y concluyó:
—Cuando era niño, el autor intelectual escuchaba una canción de Cri-Cri. El disco tenía un solo lado bueno: “Naranja dulce, limón partido, dame un abrazo que yo te pido.”
Y ahí, mis queridos amigos, estaba el mensaje cifrado: naranja, limón, abrazos.
Omar y yo quedamos boquiabiertos ante el poder deductivo del gran Sherlock Holmes…







Es correcto, los mensajes al Gobienro son claros. Los grupos de poder ya no son los grandes empresarios, ahora son las organizaciones delictivas y el mensaje al Gobienro y a la Sociedad es claro " Gobierno Federal, dame luz verde y dejame trabajar...o vamos a seguir matando , desapareciendo, sembrando miedo y terror en la sociedad mexicana"