Cuestión de Honor
- Redacción
- 25 sept
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Osteoporosis

José Raquel Badillo Medécigo
(Seudohumorista)
09-25-2025
Dicen que muchas de las historias escritas o capturadas en el celuloide, parecieran ser producto de hechos reales; aunque la realidad supera como siempre a la ficción.
Hace unos años vi la sinopsis de una película europea, cuya trama consistía en el pleito de dos restaurantes, pues estaban uno al frente del otro, y literalmente se odiaban a muerte. Algo así pasó en el estado de Jalisco, en su incipiente violencia en la época de Calderón.
Un restaurante fue instalado frente a otro y la delincuencia organizada ya cobraba piso al restaurante que saldría afectado por la competencia en ese lugar, tomo cartas en el asunto. El día de la inauguración en pleno apogeo, hombres armados dispararon a los comensales, con consecuencias indescriptibles.
Recuerdo mi época de estudiante, un compañero veracruzano, refirió una historia, ocurrida en el Puerto de Veracruz, un jovenzuelo insultó a un miembro de la Marina públicamente. -Por la distancia de ese hecho, no recuerdo bien los detalles- el caso fue que el marino mató a su contrincante en la pelea.
La población exigió justicia; el marino por su parte justificó que fue insultado llevando su impecable uniforme, que si no lo llevase puesto podía pasar por alto la ofensa recibida, pero no siendo así tenía la obligación de defender su honor.
Años más tarde vi una película cuyo entramado era precisamente de los Marinos protagonizada por Tom Cruise y Demi Moore “Cuestión de Honor” y aunque se asegura que la película no fue basada en un caso de la vida real, el entramado filtra las cuestiones de códigos no escritos entre los marinos.
Esta película devela las cuestiones de una novatada y el concepto de honor que los rige de forma implícita.
Esas normas están vigentes y hoy ante interminables escándalos, presuntamente desde los Estados Unidos investigaron la red de exportaciones de hidrocarburos que confluían en las aduanas de México; la vinculación de Marinos lleva un tufo mezclado entre sus códigos de honor y los de la delincuencia organizada, quizás por ello un reportero al cuestionar al respecto, no pudo sustraerse de la inherente casualidad.
Concluyo con otra anécdota: Hace años la sociedad hidalguense se consternó cuando un vendedor de libros mató a una niña que estaba sola en su domicilio.
El sujeto fue capturado y recluido en el penal pachuqueño. Años más tarde, dentro del penal volvió a consternar a la sociedad; una señora acudió con su niña a visitar a un interno. En un descuido, este sujeto mató a la niña.
Omar Fayad, quien era procurador de justicia, pidió trasladasen a este peligroso individuo al penal de máxima seguridad de Almoloya al considerarlo un desquiciado mental.
A decir de las autoridades paraguayas, Hernán Requena ya estaba reclutando una célula para delinquir en aquel país. ¿O sea buscaba la forma de seguir delinquiendo? ¿En manos de quien estaba la justicia tabasqueña?
En la sabiduría popular hay un dicho que reza: “Tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata”. Sin duda que hay corresponsabilidades que no deben deslindarse por decreto presidencial. El estado no puede fallar, el estado no debe follar.







Amigo, la última palabra de tu columna, ¿Es correcta?
Entonces
¿Serán castos todos?