Las diez cualidades indispensables de un juez en el siglo XXI
- Redacción
- 1 jul
- 3 Min. de lectura
Entre la norma y la justicia

Alfonso Verduzco
07-01-2025
En una época marcada por la transformación del sistema judicial y una creciente exigencia social de imparcialidad, transparencia y eficiencia, se vuelve urgente repensar qué cualidades debe poseer una persona que aspire a ser juzgadora. No basta con el conocimiento técnico del derecho: ser juez es ejercer poder con responsabilidad.
A continuación analizó diez cualidades esenciales para garantizar un juzgamiento ético, moderno y socialmente justo, basado en la plática que recientemente impartió el Doctor Miguel Carbonell en el Supremo Tribunal de Justicia en San Luis Potosí.
1. Capacidad para interpretar los hechos
El juicio no parte del derecho, sino de los hechos. Un juez debe tener la capacidad de escuchar, observar y reconstruir con precisión los acontecimientos, sin distorsiones ni prejuicios. Interpretar los hechos es el primer filtro hacia una sentencia justa.
2. Dominio del derecho y sus fuentes (incluidos precedentes)
Un juez debe conocer la ley, pero también saber aplicarla conforme a los precedentes vinculantes, la jurisprudencia y los principios constitucionales. La técnica jurídica no es un lujo: es una obligación para proteger los derechos y garantizar certeza.
3. Habilidad para conducir audiencias y comunicar decisiones
La oralidad exige jueces con habilidades de conducción de audiencias: capacidad de escucha activa, dirección procesal, respeto por el derecho de defensa. Pero también requiere que el juez sepa explicar sus decisiones con claridad y lenguaje ciudadano.
4. Gestión judicial eficiente
Un juez también administra. Saber organizar su carga de trabajo, liderar su equipo, simplificar formatos y evitar rezagos es esencial. La justicia que llega tarde no es justicia. Y ello exige que se dé prioridad a los asuntos urgentes y a medidas cautelares efectivas.
5. Independencia judicial
La persona juzgadora debe estar libre de presiones, tanto de los poderes públicos como de los intereses mediáticos o privados. Sin independencia, no hay justicia, solo subordinación.
6. Vocación de actualización permanente
El derecho evoluciona. Los problemas sociales también. Un juez que no se actualiza, se vuelve una amenaza para la justicia. La formación continua no es opcional, es parte del deber de imparcialidad y competencia profesional.
7. Ética y reputación de honestidad
La imagen del juez no es personal, es institucional. La ciudadanía debe confiar en la honestidad de quienes juzgan. Por eso, la ética profesional debe vivirse como una vocación, no solo como un reglamento.
8. Prudencia en el uso del poder discrecional
Decidir implica responsabilidad. La prudencia es la virtud de no precipitarse, de ponderar los efectos, de evitar decisiones motivadas por emociones o prejuicios. Ello incluye reconocer y mitigar los sesgos cognitivos, es decir, formas de pensar que, sin darnos cuenta, pueden afectar nuestra imparcialidad.
Entre los más comunes están: creer solo lo que confirma nuestras ideas previas, dejarnos llevar por la apariencia o actitud de las personas, o dar demasiado peso a la primera versión de los hechos. Reconocer estos sesgos y tomar medidas para evitarlos —como razonar con estructura, justificar bien las decisiones y revisar nuestros propios juicios— no es señal de debilidad, sino de responsabilidad. Ser prudente es saber que decidir también implica cuestionarse.
9. Sensibilidad hacia grupos vulnerables
La imparcialidad no es neutralidad. Es reconocer que la igualdad formal no basta. La persona juzgadora debe aplicar enfoques diferenciados: perspectiva de género, interseccionalidad, discapacidad. Solo así se corrige la desigualdad estructural.
10. Apertura hacia el futuro y la innovación
El juez del siglo XXI no puede temer a la tecnología ni a las nuevas formas de litigio. El expediente digital, la inteligencia artificial, la justicia en línea, son parte del presente. Debe saber adaptarse y guiar ese cambio sin sacrificar garantías.
El juez ideal no existe. Pero aspirar a estas cualidades permite construir una judicatura más cercana a las personas, más eficaz y más justa. La legitimidad judicial se gana con sentencias, sí, pero también con valores, humanidad y vocación de servicio.
Commenti