Debería ser simple (con lo que amor inicia)
- Redacción
- 5 nov
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Mente Lunera

Andrea González
(11-05-2025) No lo es. Los que aman, diariamente están en un juego de papeles, en descubrimiento eterno por la persona que de sus labios gentiles sale un “te amo”, pero, en qué momento esos labios suaves se vuelven un lejano martirio de obsesión y compromiso que se escurre de tus manos, que va más allá de lo que haz conocido como persona, empezando a preguntar, ¿qué tan lejos puedo llegar?
El comienzo de pensamientos parecidos a…
¿Qué pasa si no te puedo soltar?
Si soy incapaz de dejar tu recuerdo atrás. No pienso en mí como “egoísta”, ponte en mi lugar, di tanto que no sé en qué punto me separé de mi cuerpo para habitar en ti.
Existen amores que consumen desde la corteza, que si nos partimos a la mitad ahí encontrarán su esencia, pasarán los dedos y sentirán dos corazones. Queremos que su latido sea exclusivo, porque erróneamente pensamos que son nuestros, tan nuestros que nadie podrá comprender el amor único (y enfermizo en ciertos casos) que tenemos.
Nos sentimos dependientes a su respiración, a su bienestar, ansiamos una palabra, un gesto, incluso un regaño desmedido y cruel para saber que está ahí. A pesar de sentirse como una casa de cartas de poker, acomodadas tan perfectamente para que no se caigan pero a la vez exageradamente frágiles como el amor mismo, como nosotros.
En un parpadeo, no eres tú quien despierta en tu cama, es la persona que quieres ser para la otra persona, para que le necesite, para que le vea. Se vuelve una situación que no encaja en el rompecabezas compartido. Te vuelves ajeno hasta para tus propios recuerdos. Porque según tú, la ilusión de “empecé a vivir desde que le conocí” te hace dormir mejor para no añorar lo que eras.
“Ojalá el amor fuera perfecto como el amor por sí mismo” - Bangtan Sonyeondan







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