Bienvenida realidad
Florentino Peralta
12-03-2018
La autonombrada cuarta transformación está en marcha. Andrés Manuel López Obrador es ya presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Apela al pasado para construir el futuro. Su mandato está planteado, de arranque, desde el centralismo y sus prolongados mensajes construidos para capturar a los más agraviados.
En otro momento, como le ocurrió, hubiera sido difícil que accediera a la primera magistratura nacional, pero los abusos de la administración peñista, para los que no existen calificativos que retraten su magnitud, motivaron a la mayoría de los votantes a entregarle el mandato, unos por feligresía y otros por hacerse valer.
Como se ha publicado ampliamente, tiene ante sí el reto de cumplir sus vastas promesas, esas que de no consumar se revertirían popularmente, pero su mayor desafío es tener claridad en las metas, ya que hasta ahora abruma su lluvia de ideas, así como regirse por la autocrítica para dejar de lado sus simulaciones.
La recomposición política que implica el arribo de López Obrador permeará en todos los sectores políticos, económicos y sociales del país, cuyos principales actores se han sumado a coro a esa máxima que reza sin falla: si le va bien al Presidente, le va bien a México. Todos quieren estar en el ánimo del divino.
En la alternancia pasada, cuando arribó Vicente Fox Quezada a la presidencia de México hace ya 18 años, el reacomodo derivó en la conformación de virreinatos, esos que ejercieron los gobernadores de los estados, antes acostumbrados al presidencialismo consolidado por el general Lázaro Cárdenas del Río.
Sobre los que se sumaron al hoy mandatario durante el periodo de campaña, que de haber sabido la marejada electoral que ocurriría el 1 de julio varios habrían sido innecesarios, pero que aquí están y se escudan bajo la sombra del caudillo, será labor de López Obrador definir su posición dentro del mapa geopolítico.
A partir de ahora resultará interesante conocer los alcances conferidos o acotados por el presidente a dirigentes políticos como Moisés Jiménez Sánchez que aspira a controlar el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación o Cipriano Charrez, que enfrenta un proceso de desafuero pero quiere ser gobernador.
También se verá la manera en que abordará o no la expansión política del Grupo Universidad y si aceptará en los hechos tener trato directo con los gobernadores, como ha solicitado el hidalguense Omar Fayad Meneses, para trabajar sin la mediación de los súper delegados, impugnados ya por el PAN y el PRI.
¿DEPURACIÓN?
Movimiento Regeneración Nacional y Andrés Manuel López Obrador son ahora gobierno. Sus correligionarios deben entender que la comodidad discursiva de las campañas electorales quedó atrás, habrá que sustituirla con resultados, también con tolerancia, puesto que ahora son los obligados a cumplir promesas. La injerencia que tenga o no en los causes políticos también será determinante para la imagen de su mandato. Durante campaña se allegó de toda clase de liderazgos seccionales, regionales y nacionales, algunos que sumaron sus activos, pero la mayoría solamente se valió de la inercia del tabasqueño. Ya se verá si contempla un proceso de depuración o les permitirá que trabajen su parcela.
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